Un relato de los efectos del azúcar en nuestra forma de pensar y en el desarrollo cognitivo infantil.
Mucho se ha hablado de los efectos del azúcar en el cuerpo humano; diversos estudios nos cuentan como este componente tiene relación con enfermedades como la diabetes, obesidad y problemas dentales.
¿sabías que el azúcar también tiene un impacto profundo en nuestro modo de pensar y relacionarlos con la comida?
Pensemos por un momento en la clase de azúcar más simple y sencilla encontrada en muchos de los alimentos que consumimos; la glucosa. De forma similar a la luz solar y el agua que consumen las plantas, la glucosa es un elemento fundamental para el ser humano; es el combustible que asegura el buen funcionamiento de nuestras células y nos da la energía requerida para que los distintos órganos de nuestro cuerpo cumplan con sus funciones y podamos están activos. El cerebro en particular, es uno de los órganos que más energía consume, por su alto contenido de neuronas que realizan cargas eléctricas entre sí cada vez que procesamos nueva información, tomamos decisiones, o que nuestro cuerpo requiere reaccionar ante algún nuevo evento.
Nuestro cuerpo, como compleja y eficiente máquina que es, pide naturalmente todo aquello que lo hace funcionar y demanda la glucosa que necesita para funcionar con suficiente energía. Pero, ¿cuánto azúcar es demasiado para nuestro cerebro?
Teóricos evolucionistas han especulado que el azúcar, al ser un alimento de difícil adquisición en la antigüedad, genera un efecto adictivo en el cerebro. Puntualmente, se ha descubierto que el azúcar activa el sistema de recompensa del cerebro, entendido como la interacción de conjuntos neuronales encargados del placer y de que se aprenda a asociar las actividades placenteras a emociones positivas.
El azúcar activa el cerebro de la misma manera que lo hacen sustancias psicoactivas como la cocaína[1].
Adicionalmente, se ha descubierto que los ratones que son alimentados constantemente con comida azucarada, cuando se les retira el azúcar presentan síntomas de estrés relacionados con el síndrome de abstinencia a opioides[2]. ¿Qué significa esto para nosotros? Hace miles de años, la forma de actuar de nuestro cerebro era una respuesta de supervivencia, una necesidad para que se consiguiera los elementos necesarios para tener la energía para subsistir. En ese momento, el azúcar era mucho más difícil de obtener, y dependía del éxito de las cosechas.
Sin embargo, la realidad es completamente diferente hoy en día; el desarrollo de los mercados, de centros comerciales y la industria de alimentos procesados, han logrado que en todo momento estemos a tan sólo unos pasos de un alimento azucarado. Al comer un alimento con azúcar se activa el centro de recompensas de nuestro cerebro y sentimos placer. Como resultado, comenzamos a desear más dulces, así que vamos directamente a buscar productos con alto contenido de azúcar. Este ciclo se repite constantemente y si se interrumpe puede generar síntomas molestos que intentamos calmar con aún más azúcar
Un niño de 5 años hoy, ha comido más azúcar que una persona que haya vivido 80 años, hace un siglo.
Como conclusión, en ésta era de obesidad, es importante buscar sustitutos más saludables que el azúcar.
Laura Daniela Beltrán Vargas
Psicologa Nutricional
Universidad de Los Andres
[1] (Lennerz, 2013). Effects of dietary glycemic index on brain regions related to reward and craving in men. The American Journal of Clinical Nutrition, 98(3), 641–647.
[2] (Colantuoni, C., Rada, P., McCarthy, J., Patten, C., Avena, N. M., Chadeayne, A., & Hoebel, B. G, 2002). Evidence that intermittent, excessive sugar intake causes endogenous opioid dependence. Obesity research, 10(6), 478-488