Desde el inicio de la pandemia, el sistema inmunológico se ha convertido en protagonista. Los términos qué anteriormente eran de dominio exclusivamente médico, ahora están en boca de todos, en un blog anterior explicamos de manera general el sistema inmune.
En esta oportunidad, abordaremos una parte importante de este sistema inmunológico, y es el mecanismo molecular por el cual el sistema inmune es capaz de identificar las sustancias extrañas (antígenos), como no propias.
Antígeno y epítopo
Un antígeno es cualquier molécula que pueda ser reconocida por el receptor del linfocito T (TCR) o el receptor del linfocito B (BCR), y generar una respuesta inmunológica.
El sistema inmunológico no necesita la totalidad del antígeno para desencadenar la respuesta inmunológica, basta con una parte de él; a la parte región específica del antígeno que interacciona con el BCR o el TCR se le llama epítopo.
En efecto, muchas bacterias y hongos utilizan como mecanismo de defensa esconder el epítopo para que no sea accesible por parte de las células del sistema inmunológico y evitar así ser reconocidos.
La facultad de una molécula de desencadenar una respuesta inmunológica se denomina capacidad inmunogénica, y va a depender de propiedades de la propia molécula (accesibilidad del epítopo, ph, carga, tamaño molecular etc.), así cómo de propiedades del individuo (genotipo, tolerancia, etc.).
Epítopos reconocidos por los receptores de linfocitos T (TCR).
Los linfocitos T requieren que el epítopo cumpla ciertas características para reconocerlo, la principal es que debe ser un fragmento de proteína de entre 8 a 30 aminoácidos, debe ser presentado por una célula presentadora de antígeno profesionales (APC).
Epítopos reconocidos por el receptor de linfocito B (BCR).
Los linfocitos B son menos exigentes para reconocer el epítopo, pues además de los fragmentos de proteína, también reconocen polisacáridos, lípidos y ácidos nucléicos, y estas células no necesitan a las células presentadoras de antígeno profesionales (APC) para reconocer el epítopo.
Células presentadoras de antígeno profesionales (APC).
Las células presentadoras de antígeno profesionales (APC) están compuestas por monocitos, macrófagos, linfocitos B y células dendríticas. Estás células están encargadas de presentar el epítopo al linfocito T para desencadenar una respuesta inmunológica.

Complejo Mayor de Histocompatibilidad (MHC).
El Complejo Mayor de Histocompatibilidad MHC, son proteínas que se expresan en la superficie de las células, son específicas para cada individuo, y es el mecanismo que las células emplean para presentar el epítopo al linfocito T.
El linfocito B como dijimos anteriormente reconoce el epítopo sin necesidad de que le sea presentado por otra célula, por lo que no necesita el MHC.
En el video se explica los conceptos de presentación de antígeno y MHC
Sinapsis inmunológica, clave del reconocimiento de lo extraño.
Anteriormente se creía que solo las uniones neuronales forman sinapsis, pero desde hace un tiempo, se determinó que la unión de las células del sistema inmunológico también forman sinapsis.
La sinapsis inmunológica consiste en la unión de una célula presentadora de antígeno profesional (APC) con un linfocito T.
Esta sinapsis inmunológica se compone de dos partes:
- Por parte de la APC, el Complejo Mayor de Histocompatibilidad (MHC), qué porta el antígeno (epítopo).
- Por parte del linfocito T, con el receptor del linfocito T (TCR).

Representación esquemática de la sinapsis inmunológica.
La célula presentadora de antígeno profesional (APC), lleva en la superficie el Complejo Mayor de Histocompatibilidad (MHC), qué a su vez porta el antígeno (Ag), más específicamente el epítopo.
La APC presenta al Linfocito T (LT) el epítopo, quién lo recibe a través del Receptor de Linfocito T (TCR).
Todos los componentes del TCR (CD3 y CD4) son proteínas integrales de la membrana.
Ya en el interior del LT, este se vale de un conjunto de mecanismos bioquímicos que amplían la señal para la expresión de genes relacionados con la respuesta inmunológica.
Una de estas enzimas es la tirosincinasa LcK (Lymphocyte-specific protein tyrosine kinase), iniciando así la cascada de activación del linfocito T.
Otras moléculas importantes en esta vía de señalización, son las proteínas adaptadoras LAT y SLP-76, que al unirse hidrolizan un fosfolípido de membrana, el fosfatidilinositol 4,5-bifofato (No representado en la gráfica) y que actúa como segundo mensajero por varias vías moleculares.
Se han descrito diversas enfermedades causadas por deficiencias que afectan los componentes del TCR, estas producen alteraciones del sistema inmunológico, con consecuencias variadas y más o menos graves, como infecciones recurrentes, enfermedades alérgicas y a veces enfermedades autoinmunes.
Varios medicamentos alopáticos trabajan a este nivel, por ejemplo los anticuerpos monoclonales como el rituximab, o el etanercept.
El problema con estos medicamentos, es que producen depleción del sistema inmunológico y hace susceptible a la persona a infecciones, además de que estos fármacos son muy costosos.
Se debe tener en cuenta qué, las concentraciones a las que son sensibles estos TCR es a nivel de nano y picolitros. (1×10-9 y 1×10-12 litros respectivamente). Por lo que las citoquinas a bajas dosis tienen efectos terapéuticos y se reduce al mínimo los efectos adversos.
En mi experiencia clínica la combinación de medicamentos alopáticos con citoquinas a bajas dosis genera las mejores respuestas en la remisión de varias enfermedades autoinmunes (artritis reumatoide, lupus) y enfermedades de carácter alérgico (asma, rinitis, dermatitis).
El laboratorio italiano Guna, tiene en el mercado colombiano medicamentos con citoquinas a bajas dosis, con buenos resultados clínicos y reducidos efectos adversos.

Bibliografía
Inmunología Molecular, Celular y Traslacional, 2 Ed (2021). Pavón. Ed Wolters Kluwer.