El Síndrome de Fatiga Crónica (SFC) es una enfermedad neurológica muy compleja, caracterizada por varios síntomas, dentro de los cuales el principal es la fatiga, qué el paciente la percibe como una falta de energía para realizar las funciones normales.
también se presenta dolor muscular en varias partes del cuerpo, especialmente las piernas, alteraciones en el patrón del sueño, y en algunos casos un evento conocido como disautonomía que son síntomas relacionados con el sistema nervioso autónomo, por ejemplo, sudoración excesiva, palpitaciones, alteraciones gastrointestinales.
Si bien varias enfermedades pueden causar fatiga o cansancio, hay una en particular el SFC que es muy frecuente en la población, pues tiene una tasa de prevalencia que varía según el país, entre un 0.4 a 6%; Sin embargo, pueden pasar años y muchas consultas médicas antes de que sea diagnosticada.
El SFC además de producir el agotamiento, el dolor, las alteraciones en el sueño y la disautonomía ya descritas, también es capaz de provocar otros trastornos asociados como depresión, alteraciones cognitivas principalmente alteraciones en la capacidad de concentración y disminución de la memoria, alteraciones neuroendocrinas que se manifiestan por irregularidades menstruales o alteraciones en el funcionamiento de la glándula tiroides.
El problema del SFC es que afecta de una manera muy importante la calidad de vida de quien la padece, puede variar desde casos severos con incapacidad total, que afortunadamente son la minoría; en la mayoría de pacientes se presenta una forma menos severa.
Debido a que la persona que sufre de Síndrome de Fatiga Crónica se ve bien y los resultados de laboratorio son normales, el entorno familiar no le da la relevancia que esta enfermedad merece. Los datos estadísticos reportan que entre un 27 al 41% de las personas que sufren la enfermedad tienen algún grado de discapacidad laboral.
¿Qué causa el Síndrome de Fatiga Crónica?
El SFC es una enfermedad compleja y multifactorial, se reúnen factores genéticos, ambientales, nutricionales y de estrés, que se confabulan y hacen que la enfermedad se exprese. Pero se sabe que es una enfermedad principalmente de la neurona y más específicamente de un organelo llamado Mitocondria.
La Mitocondria es el organelo celular encargado de aportar la energía para que la célula pueda ejercer sus funciones.
Varios factores entre ellos el estrés, agentes externos tóxicos, mala alimentación, sedentarismo hace que se produzcan Radicales Libres de Oxígeno (ROS) y Nitrosilación de Proteínas (NOS) que incrementan la inflamación celular.
Bajo estas condiciones, los antioxidantes endógenos como el sistema Glutation, el sistema Malondialdehido, la Catalasa que son los que nos defienden contra esos tóxicos se hacen insuficientes.
La inflamación anteriormente descrita desencadena un efecto paradójico en la expresión de genes, que conlleva a mayor desregulación inmune y metabólica, afectando primordialmente la mitocondria, que ya no cumple bien su función de aportar energía en forma de ATP (Adenosin trifosfato) a la célula.
Dentro la célula lo que está ocurriendo es que a pesar de que la energía de los alimentos llega, la neurona no la puede utilizar; para hacer una analogía es como si un vehículo tuviera el tanque de combustible lleno, pero por alguna razón ese combustible no pudiera ser utilizado por el motor, el motor se apaga.
La persona entonces tiene cansancio al caminar, al respirar, dolor muscular, pérdida de energía.
Otro problema que ocurre en el SFC es que el ATP producido tampoco se puedo utilizar bien, y el ATP que no se utiliza se degenera en sustancias tóxicas para el cerebro, como el amoníaco y ácido úrico, agravando el daño.
El cuerpo humano es una de las máquinas más eficientes para aprovechar y reciclar energía, 1 gramo de glucosa es capaz de producir 36 moléculas de ATP, y 1 gramo de grasa es capaz de producir 126 moléculas de ATP. Sin embargo, si las moléculas de ATP no pueden ser utilizadas, se generan compuestos tóxicos como el ácido úrico y el amoníaco. Fuente Elaboración propia.
Como si todo lo anterior fuera poco, recientemente investigadores han encontrado en el suero de pacientes con SFC anticuerpos llamados DAMPs, que tienen una importancia relevante en la enfermedad, pues esta proteína mantiene activo el sistema inmune con la secreción de citoquinas inflamatorias, perpetuando en el tiempo la enfermedad.
El sistema inmune que en condiciones normales consume poca energía, al mantenerse activado multiplica x 100 el consumo de energía quitándole energía al cerebro, que ya de por sí está comprometido.
¿Cuál es el tratamiento para el Síndrome de Fatiga Crónica?
No existe a la fecha un medicamento que pueda curar el SFA, sin embargo, si hay medidas que se pueden tomar para disminuir la sintomatología.
Los principales precursores de la generación de energía por parte de la mitocondria son la glucosa (carbohidratos) y los ácidos grasos (grasas). Estos precursores deben ser captados por la mitocondria para producir ATP que es la unidad energética que hace funcionar la célula.
La estrategia terapéutica sugerida está enfocada en:
1. Disminución de la inflamación: Utilizar alimentos antiinflamatorios naturales, por ejemplo, Aceite de Krill, Aceite de Sacha Inchi, Aceite de Linaza, cúrcuma.
2. Disminuir el consumo de alimentos proinflamatorios, por ejemplo, el gluten, que se encuentra en el trigo, cebada, centeno y avenina de la avena; también disminuir el consumo de grasas derivadas de semillas vegetales que son ultraprocesados (aceite de maíz, de canola, de palma, de girasol).
3. Probióticos: Los probióticos fortalecen el sistema inmune, disminuyen secundariamente la inflamación por inactivación de receptores proinflamatorios.
4. Sustratos energéticos fáciles de utilizar por parte de la mitocondria: Ácidos Grasos de Cadena Media, aceite de coco.
5. Suplementos de minerales y vitaminas: Magnesio, que es coenzima de varias enzimas que intervienen en la generación de energía; D-Ribosa que es necesaria para formación de ATP; PQQ. Vitamina B1 (Tiamina) y B9 (Ácido Fólico).
6. Facilitadores del metabolismo: Son moléculas que facilitan la entrada de los sustratos energéticos al interior de la mitocondria, por ejemplo, la carnitina, Coenzima Q10 (ubiquinol) y el ácido alfa lipóico.
7. Mantener actividad física a pesar de los síntomas de fatiga.
8. Disminuir la exposición a tóxicos externos, no solo el tabaquismo y el alcohol sino otros tóxicos comunes en alimentos ultraprocesados.
Conclusión: El Síndrome de Fatiga Crónica es una enfermedad muy frecuente, pero a la vez de difícil diagnóstico, causa un deterioro importante de la calidad de vida de quién la padece. Si bien no exíste tratamiento curativo, desde el punto de vista nutricional hay muchas herramientas que pueden ayudar a mantener un buen control de la enfermedad.
Andrés Naranjo Cuéllar, Médico y Cirujano (USCO), Máster en Nutrición (VIU).
Bibliografía
Morris, G., Maes, M., Berk, M., & Puri, B. K. (2019). Myalgic encephalomyelitis or chronic fatigue syndrome: how could the illness develop? In Metabolic Brain Disease (Vol. 34, Issue 2, pp. 385–415). Springer New York LLC. https://doi.org/10.1007/s11011-019-0388-6
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